lunes, 30 de marzo de 2009

Bolonia o el capitalismo académico

El proceso de convergencia europea, que se presenta como una forma de armonizar los diferentes sistemas universitarios europeos, tiene un espíritu que casi todo el mundo podría compartir: equiparar las titulaciones; desarrollar un aprendizaje más centrado en el estudiante, reduciendo el peso de las clases magistrales, o potenciar la docencia tutorizada y de tipo seminario. El problema del Plan Bolonia es el marco global en el que se inscribe y la filosofía que orienta esta reforma.

Porque un aprendizaje más centrado en el estudiante y más tutorizado implica grupos de estudiantes más pequeños y, por tanto, más profesorado, cambios en las instalaciones, etc.; es decir, más financiación. Al igual que la movilidad por Europa.
Pero la aplicación del Plan Bolonia busca que la financiación corra, cada vez más, a cargo del bolsillo de los estudiantes y de las propias universidades, haciendo sus productos más atractivos para su aplicación
empresarial.

El bolsillo de los estudiantes se resentirá. Quienes quieran acceder a los títulos de posgrado, los másteres (aquellos que ofrecen una formación científica especializada y que serán los que realmente cuenten para acceder a los puestos mejor remunerados del mercado laboral), tendrán que pagarlos a un alto precio. Lo que antes equivalía a ser licenciado en una carrera de cinco años –pagando los créditos todos por igual a lo largo de esos cinco años–, ahora se divide en dos partes (grado y posgrado) y, si se quiere llegar a esa especialización de cinco años, se tienen que pagar el posgrado a precio de oro.

Para eso se ha creado la figura de los préstamos-renta. Es decir, pasamos de las becas a los préstamos bancarios (es fácil imaginar quiénes son los más interesados), con lo que, a partir de ahora, los estudiantes estarán endeudados antes incluso de intentar buscar una vivienda. Pero lo crucial es el cambio que suponen: se pasa de considerar la educación superior como un derecho accesible a toda la ciudadanía, a entenderla como una prerrogativa que se financia a quienes puedan devolver esa inversión.

La financiación de las universidades públicas también se resentirá. Las inversiones y los planes de estudio están siendo pensados de acuerdo con las exigencias del mercado y como preparación al mercado de trabajo. Mientras, se recorta el presupuesto para proyectos improductivos de orientación humanística y/o crítica. Porque la profesionalización ya no es una finalidad entre otras de la Educación superior, sino que tiende a convertirse en la principal línea directriz de todas las reformas educativas. Con el argumento de que la Educación superior debe atender a las demandas sociales, se hace una interpretación claramente reduccionista de qué es la sociedad, como si esta se redujera únicamente a los intereses de las grandes empresas.

Es obvio que hoy en día toda persona necesita aptitudes y competencias adecuadas para moverse en el mundo laboral; pero sorprende que la actitud de las universidades sea reducir la enseñanza universitaria a las competencias útiles para la gran empresa, obedeciendo a un utilitarismo que impide a los jóvenes interesarse mínimamente en lo que parece no ser vendible en el mercado de trabajo. Otras capacidades que podrían promover una sociedad más justa y mejor van quedando obsoletas y se las obvia progresivamente.

Incluso la financiación pública se subordina a la previa obtención de fuentes de financiación externa; es decir, privada. Donantes que imponen su logotipo en las paredes, vuelven a bautizar los edificios y promueven cátedras a cambio de una denominación que revela el origen de los fondos. La investigación que proviene de estas cátedras responde a los intereses de quienes las patrocinan, no sólo porque son quienes las financian y ante quienes hay que demostrar la eficacia de su inversión a través de resultados tangibles y que produzcan beneficios, sino también porque recortan y definen los temas e intereses de las investigaciones, así como las prioridades de las mismas.

La prioridad para la investigación de temáticas de interés para las empresas y la industria siempre será así mucho mayor que la financiación disponible para la investigación de cuestiones locales de interés para la gente empobrecida, las minorías y las mujeres de clase trabajadora, por ejemplo.
Es el denominado capitalismo académico: universidades cuyo personal sigue siendo retribuido en una gran parte por el Estado, pero cada vez más comprometidas en una competencia de tipo comercial, en busca de fuentes de financiación complementarias.
Resulta difícil pensar que esta universidad va a poder preocuparse por la interculturalidad, por la diversidad, por la filosofía o por el pensamiento crítico en este contexto de competitividad por resultados y por figurar en el ranking de la excelencia académica.

Es necesario defender una universidad que se comprometa con la sociedad, que sea motor de transformación social. Pero el Plan Bolonia no pretende cambiar la sociedad desde la universidad para hacerla más justa, más sabia, más universal, más equitativa, más comprensiva, sino adaptar la universidad al mercado, a una parte muy concreta de la sociedad, cuyas finalidades no se orientan precisamente hacia la Justicia, la comprensividad o la equidad, como a la vista está. Por ello, necesitamos repensar los auténticos problemas de la universidad, para que otro proceso de convergencia sea posible. Una reforma de la Educación superior desde una óptica auténticamente social y al servicio de la sociedad y no exclusivamente del mercado.

Enrique Javier Díez Gutiérrez es Profesor de la facultad de Educación de la Universidad de León.

Fuente: Público

miércoles, 25 de marzo de 2009

¿De qué plan Bolonia hablamos?

Que en estos últimos días el Ministerio de Ciencia e Innovación esté insertando en todos los periódicos una página entera de publicidad para cantar las excelencias del Proceso de Bolonia es ya síntoma de que algo no va bien. Lo que está pasando aquí es que primero las autoridades deciden, luego proclaman la evidencia de lo decidido y finalmente buscan la argumentación ideológica para justificar lo que previamente han decidido que hay que hacer. Pero el procedimiento, no por conocido, es menos perverso. Viene esto a cuento de la respuesta a la última pregunta del catecismo ministerial: no hay que promover ningún referéndum al respecto porque el Proceso de Bolonia ha sido aprobado por las Cortes con amplio consenso. La argumentación en esto es circular y es perversa.

Es circular, porque ya en la respuesta a la primera pregunta que se hace a sí mismo, como si se la hiciera a los estudiantes, el catecismo ministerial da por supuesta la bondad del Proceso: promover la movilidad de estudiantes y profesores y lograr una universidad europea de calidad. Nadie conoce a nadie en la universidad que haya objetado tan buenos propósitos. Y me imagino que, planteada así la cosa, tampoco había motivos para objetar en las Cortes. Movilidad y calidad: estupendo. Por consiguiente, Fulano Presidente, que se decía por estos pagos no hace mucho. Y por consiguiente tampoco en este caso hará falta referéndum sobre algo acerca de lo cual parece existir un acuerdo universal.

Pero además de circular, el argumento ministerial es perverso, porque son ya muchos los presuntos implicados, o sea, los estudiantes universitarios, que dicen que la mejor manera de resolver el conflicto es precisamente el referéndum. Y no sólo lo dicen sino que, encima, en los casos en que tal referéndum se hace, lo están ganando por abrumadora mayoría. Se ha aducido al respecto que son pocos los estudiantes que votan. Y es verdad. Lo que no se dice, pero es igual de verdad, es que los estudiantes universitarios que han votado a las autoridades que ahora les niegan el referéndum son aún menos.

Se puede estar en contra de que haya que resolver el actual conflicto universitario por la vía del referéndum aduciendo razones prácticas o de oportunidad, pero siempre a condición de dar voz a los críticos que, con razón, no se sienten representados en los actuales órganos de gobierno de la Universidad. Eso no es romper las reglas del juego democrático. Es mejorarlas.

Lo peor que puede pasar ahora es que las autoridades se enroquen en su castillo considerando que los críticos, estudiantes y profesores, están desinformados o simplemente tienen ganas de armar lío. Pues esto genera la conocida espiral que lleva directamente al callejón sin salida. Es lo que se está viendo ya en la Universidad Pompeu Fabra, donde las autoridades han hecho entrar cuatro veces a la fuerza pública en dos semanas para desalojar a los protestantes, que, me consta, son en su mayoría personas adultas, informadas, dialogantes y con un sentido del humor que otros quisieran para sí.

Otro pésimo síntoma de este enrocarse es que, ante la brutal intervención de la policía en la universidad de Barcelona y en las calles el día 18, las autoridades académicas (y con ellas los dirigentes políticos) parecen estar dando más crédito a las acusaciones de los responsables de la violencia que a las quejas de los representantes de las asambleas estudiantiles, de los estudiantes agredidos y de los profesores que hemos sido testigos directos de esta brutalidad.

Me temo que hay al menos cuatro cosas que las autoridades universitarias no quieren ver:

La defensa que están haciendo de la autonomía de las universidades resulta poco creíble cuando, por una parte, se refuerza de hecho el vínculo mercantil de dependencia respecto de las empresas (sin discutir pormenorizadamente la relación) y, por otra, se solicita de la autoridad política la presencia en los campus de las fuerzas del orden para cortar de raíz toda manifestación crítica. Eso va contra una ley no escrita pero consuetudinaria. Y sólo puede traer malestar.

No se puede empezar diciendo que el Proceso de Bolonia tiene que hacerse a coste cero y luego gastar el dinero que se está gastando en publicidad. Un cambio estructural y metodológico, que implica más y mejor formación pedagógica del profesorado y más dedicación, no puede hacerse sin coste. Esto lo saben estudiantes, profesores y personal de la administración.

Cuando se inició el Proceso de Bolonia, hace diez años, vivíamos en plena euforia neoliberal. Ahora vivimos en plena crisis económica. La palabra competición, tan querida de los ideólogos del neoliberalismo, ha dejado de tener el efluvio adormecedor que tuvo. Ignorar que hemos entrado en una fase histórica distinta, con tasas de desempleo abrumadoras, y que esto está teniendo ya efectos en las expectativas de los estudiantes universitarios es de una irresponsabilidad manifiesta.

Decir a los estudiantes que, como consecuencia del Proceso de Bolonia, las universidades van a diseñar diferentes vías para compaginar estudio y trabajo es, en las actuales circunstancias, como decir misa. El porcentaje de estudiantes universitarios que tiene que compaginar ya estudio y trabajo no ha hecho más que crecer en los últimos años. Y con completa independencia del Proceso de Bolonia. La articulación del Proceso no hace más que agudizar un problema ya existente. Y la mayoría de los estudiantes de las universidades en que el Proceso está en marcha no ven flexibilidad por ninguna parte. Lo viven como un agobio. Y buena parte del profesorado, también.

Francisco Fernández Buey es Catedrático de Filosofía Política en la Universidad Pompeu Fabra

Fuente: Público


viernes, 20 de marzo de 2009

Agua: Falta gestión y sobran campañas electoralistas

Ecologistas en Acción Región Murciana pide a los principales partidos políticos de la Región de Murcia que actúen con responsabilidad y dejen de utilizar el agua con meros fines electorales. Además, exigen que dejen de enfrentar a las gentes de diferentes regiones utilizando argumentos simplistas sin sentido ni ninguna base, llegando a la hipócrita situación actual en que un mismo partido político defiende una postura en una región y otra en la región vecina.

Ecologistas destaca varios puntos clave sobre el trasvase Tajo-Segura, que normalmente se omiten para no contradecir la propaganda populista asociada a la “Campaña del Agua”:

1º. La Ley del Trasvase Tajo Segura, de 1971, sólo otorga derechos de “agua excedentaria”. Esa cantidad de “agua excedentaria” en la cuenca del Tajo depende de la cantidad de agua que hay (cuando haya sequía “sobrará” poco o nada) y del gasto de agua en la propia cuenca del Tajo, que aumentará con el crecimiento de la población y desarrollo socioeconómico. Esto nos augura un futuro con pocas “excedencias” de agua en la cuenca del Tajo. Además, cuando hay sequía, la sufren las dos cuencas al mismo tiempo, la del Tajo y la del Segura, por lo que cuando más “falta” agua en la Región de Murcia es cuando menos “sobra” en la Cuenca del Tajo.

2º. En realidad, la caducidad del trasvase probablemente se impondrá por sí misma a largo plazo, marcada por dos fenómenos incontrolables: la dinámica natural (cambio climático) y la social (aumento de las demandas en la cuenca del Tajo y aumento de la conflictividad social). Discutir sobre la caducidad del trasvase en el ámbito de los Estatutos de Autonomía genera réditos electoralistas a corto plazo, pero no tiene ningún sentido por que el agua ha de planificarse en los Planes de Cuenca, de ámbito muy diferente al de las Comunidades Autónomas, planes que justamente ahora se hallan en elaboración, tanto en la cuenca del Tajo como en la cuenca del Segura.

3º. Mientras perdemos el tiempo con luchas territoriales electoralistas, estamos perdiendo la oportunidad de ADELANTARNOS Y ADAPTARNOS a un posible futuro con recursos hídricos cada vez más escasos tanto en el Segura como en el Tajo, y con un trasvase cada vez más virtual o marginal que real, por el cambio climático y por las propias demandas internas de la cuenca del Tajo. Para evitar que la Región de Murcia sea cada vez más vulnerable frente a procesos que no puede controlar, debemos replantearnos nuestro propio modelo interno de gestión del agua y de desarrollo socioeconómico, y optar por medidas de gestión de la demanda. Hay que replantear la gestión del agua en la Región de Murcia para ir optando por actividades socieconómicas menos intensivas en agua pero que generan alto valor añadido, reducir el regadío murciano y concentrarlo en calidad, en los que tengan mayores beneficios ambientales y sociales, y por supuesto hacer una profunda auditoría del regadío para excluir los perímetros ilegales y sin derechos de riego. Todo esto acompañado de toda una batería de medidas de gestión de la demanda, que hay que discutir y aprobar en el nuevo plan de la Demarcación del Segura.

4º. En vez de promover enfrentamientos sin sentido entre Comunidades Autónomas, es necesario generar un espacio nuevo de discusión, análisis de la realidad y elaboración de una senda hacia una mayor sostenibilidad en el uso del agua tanto en el Tajo como en el Segura, espacio que no es el de las arengas electorales de unos y otros. Este espacio ya existe y es el de la elaboración de los planes de la Demarcación del Tajo y la Demarcación del Segura. Se debe crear una Comisión Mixta, donde se integren y coordinen la elaboración de ambos planes, y donde participemos TODOS, incluyendo grupos ecologistas, colectivos ciudadanos, científicos... de forma que se puedan presentar propuestas para el trasvase Tajo-Segura que sean socialmente asumibles en ambas cuencas, ambientalmente deseables y económicamente viables, lo que además requerirá plantear medidas a corto, medio y largo plazo, y teniendo en cuenta cual es la situación actual.

En resumen, ni Castilla La Mancha puede ponerle caducidad al trasvase, ni la Región de Murcia puede blindar el mismo en sus respectivos estatutos de autonomía. Los ciudadanos estamos hartos de ver cómo se usa este tema con fines puramente electoralistas, haciendo propaganda simplista y populista y enfrentando a las regiones de una manera irresponsable. Mientras tanto, la gestión del agua es bastante precaria en una región que dice tener sed, mientras no cesa de proyectar usos del agua tan insostenibles como los campos de golf asociados a complejos residenciales.

Ecologistas en Acción Región Murciana exige por lo tanto que se busque la vía de la planificación y gestión sostenible de este recurso en ambas cuencas, y ello por la vía del diálogo y el encuentro, con la máxima participación pública, y que se deje de potenciar un enfrentamiento irresponsable entre territorios, que sólo beneficia a las urnas.

Ecologistas en Acción Región Murciana

martes, 10 de marzo de 2009

Ante el 5º Foro Mundial del Agua en Turquía El agua como bien público y no como negocio de las transnacionales

La falta de acceso al agua genera en casi todas las regiones del planeta diferentes tipos de confrontaciones. Las guerras del futuro serán cada vez más por el control del agua. Tesis ampliamente desarrollada durante el simposio “El agua: fuente de conflictos”, realizado el primer viernes de marzo en Berna, Suiza.

El mismo fue convocado por la Coordinación Suiza “El agua como bien público” y organizado por la Alianza Sur -plataforma que reúne a seis de las más importantes ONG helvéticas de cooperación con el Sur.

Dicho simposio intentó relanzar la reflexión de la opinión pública nacional a sólo cuatro días de la apertura en Estambul, Turquía, del 5to Foro Mundial del Agua titulado “Conciliar las Divisiones por el Agua”.


El “drama” del agua

“La conflictividad en el planeta a causa del agua tiende a agravarse con los actuales cambios climáticos”, subraya Rosemarie Bär, una de las responsables de la Coordinación y representante de la misma al evento turco.

Bär anticipa señales alarmantes. El África subsahariana sufrirá una disminución del 20 % de su disponibilidad de agua de aquí al fin del siglo. Y a nivel planetario cerca de 70 importantes ríos están amenazados de secarse por los cambios climáticos y el exceso de consumo

Con esta perspectiva, los conflictos violentos en torno a este recurso vital seguirán aumentando.

En un escenario ya dramático donde 1.200 millones de personas en el planeta no cuentan hoy con agua potable y 4000 niños menores de 5 años mueren diariamente a causa de dicha situación.

Y donde el modelo predominante produce víctimas y cifras escalofriantes. La producción de 1 litro de bio-etanol (combustible vehicular) necesita cerca de 5000 litros de agua. Un tomate de Marruecos que será luego exportado necesita 13 litros virtuales de agua. Mientras que la producción de un vaso de jugo de naranja demanda 170 litros de agua, y una camiseta de algodón necesita 20 mil litros.

Al mismo tiempo, cada habitante suizo utiliza por día (cocina, higiene etc.) 160 litros de agua. Cifra que llega a 4000 litros por día si se calcula el agua empleada en los alimentos, productos y vestidos importados al país.


Agua, derecho humano fundamental

“El acceso al agua es un derecho humano fundamental. De su aplicación dependen prácticamente todos los otros derechos humanos esenciales”, señala Bruno Riesen, responsable de campañas de Amnistía Internacional (AI) en Suiza.

Y si bien hoy se tiende a hablar constantemente de la crisis financiera, de la inestabilidad bancaria, de los graves problemas climáticos, “muchos olvidan que una parte esencial de los grandes problemas de futuro está ligada al agua”, enfatiza.

En caso de persistir la actual tendencia, subraya el representante de AI, las previsiones son terribles. “Dos tercios de la población mundial, es decir más de 3.5 millones de personas, no contará con agua potable en el 2025”.

La lógica predominante en la actualidad, explica Riesen, implica el desperdicio del vital líquido; el crecimiento desmedido del consumo de una parte pequeña de la población planetaria –en detrimento de la mayoría-; así como una producción agropecuaria que acapara el 70 % del consumo del agua a nivel planetario.

“Con el agravante que dicha producción está encaminada, por ejemplo, a los agro carburantes. Es decir a irrigar plantíos destinados luego a abastecer de combustible los vehículos de la población del norte”, denuncia.


La responsabilidad de la ONU

Concepto marco con el que coincide la abogada portuguesa Catarina de Albuquerque, experta independiente sobre el agua potable del Consejo de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas, con sede en Ginebra.

El no respeto a ese derecho fundamental, “implícitamente reconocido por las Naciones Unidas cuando reconoce el derecho a mejorar las condiciones de vida”, anticipa el riesgo de nuevos y mayores conflictos, señala Albuquerque.

Confrontaciones que “buscan controlar las fuentes de agua; o que conciben a éstas como instrumentos o blancos militares; en tanto que objetivos terroristas o incluso como medio de presión y chantaje entre naciones”, explica.

De ahí que la resolución de los problemas del agua, “está ligada a una verdadera voluntad política de los diferentes actores y Estados”, enfatiza Albuquerque .

Y de allí también, la responsabilidad y la importancia del sistema de “las Naciones Unidas, que con su diversidad de Estados miembros, de propuestas y actores, de preocupaciones en la diversidad, constituyen un verdadero milagro” y un marco esencial para resolver los problemas mundiales, entre ellos, el del agua, concluye.


El de Turquía, un Foro de las transnacionales

“En la propuesta de su Declaración final del 5to Foro, que deberá ser discutida y aprobada en Estambul, no encontré referencias explícitas al agua como derecho humano fundamental”, analiza Albuquerque, quien informa que no será presente en el mismo.

“Somos bastante escépticos de lo que pueda resultar de ese Foro controlado por las transnacionales del agua”, enfatiza por su parte el pastor Alberto Rieger, responsable de la Organización OEME (Ecumenismo, Misión, Cooperación al desarrollo), de las iglesias cristianas helvéticas.

En esos foros, “la sociedad civil internacional no es tenida realmente en cuenta”, y las reivindicaciones de los movimientos sociales, son subestimadas, enfatiza Rieger.

Por eso, importante redes internacionales que luchan por el agua como bien público y que participaron en el Foro Social Mundial de Belém de Pará -fin de enero pasado- , “han definido una estrategia de presión y enviarán representantes a Estambul para hacer escuchar su voz”.

Exigimos, tal como se definió en la Declaración del Agua de Belém, “que cualquier ser humano tenga acceso y derecho al agua de buena calidad y en cantidad suficiente para la higiene y la alimentación”, explica el coordinador de OEME, presente en el simposio de Berna.

Y que la gestión del agua “permanezca en el ámbito público y comunitario, con participación, equidad, control social, sin fin de lucro, sin generar violencia a los territorios, preservando el ciclo del agua”, concluye.

- Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza. Colaboración E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria

*Documento relacionado:

Declaración de la Asamblea del Agua tras el Foro Social Mundial de Belém (http://alainet.org/active/29281)