domingo, 29 de abril de 2012

¿El fin de la anestesia social?.

Tras la efervescencia social de los primeros años de la transición, aquella década prodigiosa (1976 y 1985) donde los ciudadanos nos planteábamos una nueva España democrática, el compromiso ciudadano por la transformación social entró en una paulatina y lenta desafección como consecuencia lógica de la aplicación de políticas públicas muy en la línea del cambio democrático y el desarrollo del estado del bienestar.
 
De hecho, esa desafección acabó en la dejación de la función sociopolítica de la ciudadanía que transformó su compromiso transformador en un mero acto electoral expresado cada cuatro años con el depósito del voto en una urna. A la vez, la clase política también sufrió una severa regresión; del político primigenio (de uno u otro signo político) caracterizado por una importante carga ideológica avalada por una larga biografía  de compromiso social y profesional, se fue pasando al político “de carné”, desideologizado y mucho más preocupado por la ostentación de cargos de poder que en su función transformadora.
 
La creencia social de que “vivimos en el mejor de los mundos” instigada por la clase política que vendía aquello de “déjame a mí tu participación” nos creó una idea virtual sobre nuestro magnífico desarrollo social expresado en el supuesto gran estado del bienestar que gozábamos. Idea, por otro lado, absolutamente falsa cuando se comprueba con datos la situación del gasto social de nuestro país comparándolo con el resto de los países europeos y de la OCDE (2006) en que año que, probablemente, más “ricos” fuimos. 
 
Con estos ingredientes es fácil comprender cómo se había llegado a la anestesia social: una percepción de que las cosas son como son y no pueden ser de otra manera. Es algo como de las leyes de la naturaleza. Así, se acota un campo de participación ciudadana con unas rígidas reglas de juego en el que todo gira en torno al partidismo. Los ciudadanos pasan a ser electores y la participación social se circunscribe a las filias y fobias electorales. La política pasar a ser como una liga de futbol y los aficionados (electores) abrazan fuertes compromisos con los equipos (partidos) sin tener nunca muy claro por qué se ha elegido uno (estrecho margen de diferencia ideológica en las propuestas) o qué hay más allá del fútbol. Los conflictos se dirimen en la “cancha” (jornada electoral) y, para que nadie se salga del tiesto, los árbitros (poderes fácticos) expulsan a quien no cumple las reglas. Tan solo unos pocos ciudadanos emprenden un compromiso social diferente, fuera de la cancha, y contribuyen a formar el minúsculo y enmarañado tejido social formando minifundios asociativos con escasa repercusión pública y más dominada por su propia lógica organizacional que por una estrategia compartida de transformación social.
 
Y, llegó la sospechada crisis económica, reventó la burbuja y, con todo, nos pilló desprevenidos, desorientados, sin saber de dónde venía ni cómo protegernos. Los “mercados financieros” (palabra nueva) simplemente desconfiaban de nosotros (nosotros, los endeudados por hipotecas) y, aunque la deuda pública de nuestro país era de las más bajas de Europa, nos duplicaban, triplicaban o sextuplicaban los intereses de los dineros que prestaban al estado en función de lo que establecían unas “agencias evaluadoras” a través de “la prima de riesgo”. Para aclararnos, es como si un banco te dijera: “como no me fío de que tu vecino me pague el préstamo que le di para que se comprara un coche, voy a subir el interés del que te he prestado para comprarte la vivienda y te lo voy a subir más aún si no trabajas tres horas más todos los días y me invitas a cenar los fines de semana en tu casa”. Y todo esto sin que en ningún momento tú hayas dejado de pagar religiosamente. Pues algo así nos está pasando y todavía seguimos sin saber por qué lo hacen y, sobre todo, por qué a nosotros y no a otros.
 
Menudo escenario más aterrador. Una crisis económica que nos produce miedo al desconocer a quienes la manejan y lo que podemos hacer, una sociedad anestesiada, enfrascada en la lucha partidista, y, como consecuencia de esto, un electorado pidiendo a gritos que cambien las cosas para que vengan otros que nos permitan seguir viviendo bien,  es un perfecto caldo de cultivo (entiendo que muy bien orquestado) para que quienes defienden unos intereses de clase socialmente inadmisibles,  aprovechen la situación y justifiquen profundos cambios en el estado de bienestar sin más interés que la destrucción de los servicios públicos para que pudieran penetrar los grandes emporios de la prestación privada de servicios que no son capaces de competir en régimen de igualdad con las tres grandes bolsas de mercado que actualmente ostenta la titularidad pública: la educación, la sanidad y las pensiones.
 
Probablemente es tarde, probablemente no se llegue a articular con suficiente contundencia la respuesta social necesaria para parapetar “lo público” frente a esta agresión mercantilista, pero estoy empezando a ver los auténticos “brotes verdes” de la respuesta ciudadana. Por primera vez desde la transición democrática a la que me referí al principio, compruebo cómo la ciudadanía verbaliza su descontento y lo hace público en la calle, en el supermercado, en el autobús o en mi misma consulta médica. Por primera vez observo la necesidad de agruparse, de colaborar con otros, de empujar muchos en una misma dirección. No sé si llegaremos a tiempo, pero intuyo que es el principio de algo importante.
 
A todos los interesados en la defensa de la sanidad pública, a aquellos que quieran informarse sobre lo que podemos perder los ciudadanos y sobre lo que podemos hacer, a aquellos que sientan la necesidad de ayudar a defender un sistema sanitario público que atienda siempre y en toda circunstancia a ellos y a sus familias, se encuentren en paro o estén trabajando, sean ricos o pobres, jóvenes o ancianos, en definitiva, a todos los que por una u otra razón habitan en nuestro país, os convoco a la presentación de la:
 
Red Ciudadana por la Salud 
 
Acto en defensa de la Sanidad Pública
Debate sobre la situación de la Sanidad Regional
"La perspectiva ciudadana"
 
Miércoles 2 de mayo de 2012, 19 h
Salón de Actos. Facultad de Ciencias Políticas.
Ronda de Levante, 10. Murcia 

José Martínez López
Apuntes para la reflexión sanitaria
 
 

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