Con
la crisis económica se ha recrudecido la presión para introducir el
copago en el sistema sanitario, presiones que provienen de las
administraciones, grupos empresariales, grupos profesionales y el mundo
académico.
Entre
los que se han mostrado favor del copago cabría destacar la Agrupación
Catalana de Establecimientos Sanitarios (ACES), la Federación Catalana
de Mutualidades, la CEOE y el Sindicato de Médicos de Cataluña o
profesores universitarios que defienden el copago como solución a la
deuda sanitaria. En contra se han manifestado el Colegio de Médicos de
Madrid; la SEMFyC; el Consejo de Farmacéuticos de España; la Patronal de Oficinas de Farmacia; la Federación Española de Farmacia (FEFE); y sindicatos de clase como CCOO, UGT o corporativos como el Sindicato de Enfermeras (SATSE).
La
aprobación por el Parlament de Cataluña de introducir una tasa
obligatoria para los medicamentos (con el voto a favor de CiU y la
abstención del PP), que afectaría a pensionistas y no pensionistas ha
recrudecido el debate en todo el Estado.
Desde
la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública
hemos realizado numerosos análisis y propuestas sobre este tema, que
nos parece esencial para el mantenimiento del sistema sanitario en
España cuyos pilares básicos son la universalidad, la equidad, la
accesibilidad y su carácter redistributivo
Tres falsas premisas sobre el COPAGO
1.-
Es necesario el copago por que el sistema es insostenible como
consecuencia de la gratuidad en el momento del uso, del incremento de
pensionistas que no pagan las recetas y el consumismo sanitario de la
población.
· Una
de los argumentos básicos utilizados por las administraciones y los
impulsores del copago es la situación de bancarrota del sistema
sanitario público obviando que en gran parte es consecuencia del enorme
endeudamiento en el que han incurrido por financiar y gestionar sus
infraestructuras sanitarias recurriendo al sector privado (PFI), que ha
multiplicado por siete el coste de los nuevos centros sanitarios y cuyos
pagos anuales asfixian sus presupuestos asistenciales.
· Otro
determinante de esta situación es el enorme el uso farmacéutico (28-30%
del gasto sanitario total, frente al 17% de los países de la UE), y el
excesivo uso de las tecnologías sanitarias (30% superior a la media
europea), y la ausencia de rigor en la asignación de los recursos (tan
solo el 30% se basan en criterios científicamente comprobados).
· Por
último el hospitalocentrismo, la orientación curativa del sistema en
detrimento de la promoción de salud y la medicalización de la vida ,
contribuyen también a que tengamos un gasto sanitario, cuanto menos
mejorable.
· No
hay que olvidar que una parte importante de la responsabilidad de que
los ciudadanos hagan uso del sistema recae en los profesionales
sanitarios que son responsables del 70% de las decisiones relacionadas
con el uso de los recursos sanitarios.
2.- El copago resolvería el problema del déficit sanitario
· Poner
en marcha un sistema de copagos en relación con la cuantía de las
pensiones obligaría a cambiar las tarjetas sanitarias de 8 millones de
pensionistas, lo que supondría importante gasto, sobre todo si se
consideran variables como la renta, el patrimonio personal, el nivel de
enfermedad, el grado de discapacidad de los pacientes, etc.
· Existen
otras medidas de control del gasto farmacéutico con mayor impacto como
promover el uso racional de los medicamentos, la utilización de
genéricos, la financiación por grupos terapéuticos equivalentes, etc. Si
nuestro gasto farmacéutico per cápita fuera el del promedio de países de la OCDE se ahorrarían 5.000 millones € anuales.
· Excepto en los casos de Francia y Portugal la recaudación por copagos es poco importante con relación al gasto total.
· La
reducción en el consumo de fármacos esenciales asociados a la
introducción del copago tendría un elevado coste- oportunidad: Se ha
comprobado un aumento del 78% en las visitas a urgencias relacionadas
directamente con la reducción del consumo farmacéutico en la población
con menores recursos económicos.
· Existe evidencia de que el copago contribuye a incrementar el gasto sanitario total, en lugar de reducirlo [1][1].
La reducción del consumo de fármacos esenciales elevan los costes
totales del sistema ya que las personas con menor renta realizan un 78%
más de visitas a urgencias como consecuencia de la reducción del consumo
farmacéutico.
3.- El copago permitiría controlar la demanda irracional y abusiva de servicios sanitarios
· Los
estudios realizados sobre el impacto del copago señalan que es incapaz
de reducir la frecuentación innecesaria y que caso de ser significativo
reduce tanto la demanda necesaria como la innecesaria[2][2] produciendo un deterioro de la salud de la población.
· Los copagos tienen efecto sobre el consumo de las personas con pocos recursos y con mayores problemas de salud[3][3]
que como consecuencia del cobro de los servicios abandonan o retrasan
las demandas de atención sanitaria, incluso cuando son necesarias. Por
ello es un factor de inequidad, tal y como señala el último Informe sobre Salud en el Mundo (2010) de la Organización Mundial de la Salud
· Los
resultados del estudio de la Rand indican que los copagos además de
regresivos pueden afectar negativamente el estado de salud de las
personas de menor renta (Rice y Morrison, 1994).
· Existe evidencia de que los copagos farmacéuticos reducen la utilización de medicamentos esenciales[4][4]
y de analgésicos, especialmente entre los jóvenes, las personas con
peor estado de salud, y las de menor nivel educativo y renta.
· El
establecimiento de mecanismos de copago relacionados con el nivel
económico personal plantea además problemas de tipo operativo y
administrativo como la determinación del nivel de renta para aquellas
que rentas no proceden del trabajo; la inclusión de la riqueza como
indicador de nivel socioeconómico; o la estigmatización de las personas
con pocos recursos que deberán aportar documentos acreditativos del
derecho a exenciones o copagos reducidos, lo que supondrá volver a la
beneficiencia y a la medicina de pobres y ricos.
· Los
factores determinantes para acudir a consulta son la edad y la
presencia de una enfermedad crónica, en ambos casos la influencia del
copago es escasa o nula[5][5].
4.-
Es injusto que los pensionistas no paguen los medicamentos, dado que
muchos de ellos tienen unas pensiones muy superiores a la de una parte
importante de los que no lo son
· La
financiación mediante impuestos directos (renta, patrimonio, etc.),
garantiza la solidaridad y la cohesión social ya que los que más tienen
contribuyen a financiar los servicios a los que tienen menos. Los
impuestos indirectos que gravan el consumo no tienen en cuenta las
condiciones económicas de quienes los pagan. Finalmente el copago es un
impuesto muy regresivo porque penaliza a quienes tienen más necesidad
de utilizar el sistema sanitario, es decir, los más enfermos
· Las pensiones son muy bajas en España. La media es de 767 €, el 8,51% de los pensionistas cobraba menos de 300€, el 54,02% menos de 650, el 74,32% menos de 1000 € y el 90,2% menos de 1.500.
· Los
pensionistas tienen más necesidades de salud, por padecer en mayor
proporción enfermedades crónicas y situaciones de dependencia. El 73 por ciento de los mayores de 60 años necesita tomar varios fármacos a diario
El copago contribuirá a privatizar el sistema sanitario
· Trasformando
las relaciones entre usuarios y proveedores en transacciones
mercantiles por el pago directo de parte de las mismas.
· Eliminando el carácter universal y redistributivo del sistema sanitario ,
· Abriendo espacios a la sanidad privada
La autentica finalidad del copago
1.-
Contribuir activamente a la contrarreforma fiscal que pretende una
transferencia de rentas de las bajas a las altas, invirtiendo así el
carácter redistributivo de la misma.
· Bajar
impuestos a los más ricos (eliminando los de sucesiones, patrimonio,
sociedades o reduciendo los tramos del IRPF para acabar con su carácter
progresivo)
· Incrementar
la presión fiscal a los sectores con menor capacidad de influencia y
respuesta política. El copago es impuesto que grava la enfermedad (tasa
por asistencia sanitaria) que afectará especialmente a pensionistas,
enfermos crónicos y discapacitados, que consumen tres veces más
servicios sanitarios que la media de la población
· Reducir
gasto social para desviarlo a sectores empresariales en forma de
subvenciones, poniendo barreas económicas que limiten el acceso a la
atención sanitaria de grupos sociales como los parados (25% de la
población), los asalariados que cobran menos de 1.000 euros mensuales
(10,8 millones de trabajadores que son el 57% del total) o los
pensionistas (8.473.927 personas que cobran una media de 747 euros
mensuales.
2.- Hacer de la salud un negocio para grupos empresariales privados, lo que exige:
· El pago directo por servicios prestados
· Reducir la oferta sanitaria pública
· Potenciar
las actividades curativas y el uso intensivo de las tecnología en
detrimento de la promoción y prevención de salud, que son actividades de
difícil comercialización..
Copagos de medicamentos:
El
Gobierno de Cataluña ha adoptado de manera unilateral la decisión de
iniciar el proceso de introducción del copago aplicando una tasa por la
prestación farmacéutica a toso los usuarios de la sanidad pública. Esta
medida, además de injusta, es ilegal dado que vulnera la Ley de
Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud que establecen que el
Ministerio de Sanidad y el Consejo Interterritorial del SNS, son los
que tienen competencias para regular el catálogo de prestaciones
farmacéuticas. Ninguna comunidad autónoma tiene capacidad legal para
establecer condiciones de acceso a las prestaciones farmacéuticas
distintas a las que rigen en el conjunto del Estado
Conclusiones finales
1.-El copago es injusto y regresivo.
La financiación mediante impuestos del Sistema Nacional de Salud
contribuye a la cohesión social, mientras que el copago penaliza a
quienes tienen más necesidad de utilizar el sistema sanitario.
2.- El copago es inequitativo.
En nuestro país los niveles de renta son bastante bajos, especialmente
para los pensionistas. Para estas personas, que viven en el límite de
la subsistencia y tienen necesidad de recibir servicios sanitarios, la
implantación de copagos puede ser una barrera insalvable para el acceso a
las prestaciones asistenciales.
3.- El copago es ineficaz.
Entre el 80% y el 90% de las consultas del sistema público están
indicadas por los profesionales sanitarios o son actos administrativos
(revisiones, controles, consultas para recibir resultados, derivaciones a
los especialistas, bajas laborales, etc.). Todos los fármacos
financiados por el Sistema Nacional de Salud tienen que ser prescritos
por un médico, por lo que el copago sólo puede tener efectos
recaudatorios y/p disuasorios para que algunos enfermos puedan adquirir
los fármacos que le han prescrito si son de elevado coste, con los
consiguientes efectos negativos para su salud.
4.- El copago es ineficiente.
La recaudación de los copagos llevan asociados gastos administrativos
que no han sido evaluados. Es probable que el resultado final sea
negativo para el sistema sanitario salvo que se establezcan cantidades
más importantes que afectaría de manera importante al acceso a los
servicios.
5.-Su legalidad es cuando menos dudosa:
La Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud establece
que son el Ministerio de Sanidad y el Consejo Interterritorial del SNS
quienes tienen competencias para fijar el catálogo de prestaciones del
mismo.
Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Publica
Abril de 2012
www.fadsp.org
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