El desmantelamiento del Estado de Bienestar comporta un cierto atentado
contra la salud, pues es uno de los factores que la incrementan. De ahí,
la necesidad de su defensa, incluso desde las instituciones
profesionales o por los propios médicos. Una defensa que facilita el
desarrollo de la persona por encima de la pertenencia o no a un
determinado grupo.
Los lobos son animales sociales. La manada de lobos
tiene una estructura jerárquica en la que cada individuo ocupa su lugar
de acuerdo con su edad, fuerza e inteligencia. Los lobos colaboran, por
ejemplo, para la caza de mamíferos como el alce, el ciervo o el jabalí.
La ventaja de los lobos es su resistencia, que les permite agotar a sus
presas. Los lobos son capaces de correr durante horas, y de turnarse en
la persecución hasta lograr un ataque fructífero en común, por ejemplo,
contra un gran jabalí. Los lobos se comunican mediante aullidos.
Hay
otros muchos mamíferos sociales, que también colaboran en la caza, como
las hienas, los leones, y las orcas. Las orcas se suelen agrupar en
manadas matrilineales, con una hembra de guía, más sus crías y las crías
de sus hijas hembras. Los machos se reproducen siempre fuera de su
manada de origen. Las orcas cazan peces y mamíferos marítimos,
generalmente mediante el trabajo concertado para acorralar y cansar a
las presas. Se atreven lo mismo con tiburones que con bancos de
arenques, con focas que con ballenas azules. Las orcas fueron
denominadas "asesinas de ballenas" por los balleneros españoles, pero en
la traducción al inglés se empleó el término "ballenas asesinas". Las
orcas son capaces de cazar al otro mamífero marino tan rápido como
ellas, la marsopa, mediante la cooperación y gracias a su mayor
resistencia. Las orcas tienen un lenguaje complejísimo, característico
de cada manada, con clicks, llamadas y silbidos.
Los
humanos somos también animales sociales. Para Aristóteles, y antes para
Platón, el hombre es necesariamente un animal social y político. Es
decir, el todo exige a las partes; las partes son los individuos,
integrados en la familia. El lenguaje justifica esa ligazón, ese ser en
común, pues existe naturalmente y sólo se justifica por la interacción
entre varios individuos. La agrupación humana desemboca en un Estado que
pretende el establecimiento de leyes justas que permitan el bien de los
habitantes, de sus vidas y su desarrollo intelectual.
La
convivencia armónica de los seres humanos se basa en un capital social,
en un conjunto de redes, normas, reconocimientos y sanciones que
facilitan el desarrollo de los individuos y de los grupos.
"No volveré a por Ana" (la familia)
Un
mantra de las teorías del capital social es "no importa lo que conoces;
importa a quién conoces". Y en cierta forma es cierto. Bien se ve con
las "amistades peligrosas", por ejemplo. Lo rumia Sancho Panza, cuando
reflexiona sobre ser más mentecato que el propio Don Quijote, pues le
acompaña y hace cierto el refrán de "dime con quién andas, y decirte he
quién eres". Lo demuestra la "externalidad positiva" que muchos padres
buscan al llevar a sus hijos a colegios de élites; no se trata de lo que
aprendan, sino de con quién lo aprendan. En España tenemos ejemplos
varios de tales "redes", de tal capital social.
Ser
pobre es, precisamente, no tener amigos, ni conocidos, ni redes de
apoyo. Ya se sabe, hablando apropiadamente, ni amigos, ni conocidos, ni
redes de apoyo que ayuden a resolver los problemas. Se ve bien en
Grecia, donde los niños están acabando en instituciones de caridad, por
el fracaso de los padres empobrecidos y en paro, por el aumento del
alcoholismo y otras drogadicciones, por las familias que acaban viviendo
como vagabundos en las calles, por el desastre del capital social que
llega a mínimos inadmisibles. Lo expresa bien la nota que acompañaba al
niño abandonado en la puerta de un asilo: "No volveré a por Ana. No
tengo dinero. No puedo criarla. Lo siento. Su madre".
Los
niños son parte del capital social. Los niños son el futuro de la
sociedad. Pero en Grecia tener hijos significa pagar más impuestos.
Increíble pero cierto; es la forma de resolver la crisis económica y
obtener más ingresos, con graves consecuencias en salud:
El problema es más agudo y antiguo en los EEUU, donde más de un millón y medio de niños viven sin hogar:
En
España las ayudas a las familias son irrisorias, hasta el punto de que
la carencia de capital social a este respecto hace respetable la
"esterilidad económica voluntaria". Por eso, las mujeres renuncian a
tener más de un hijo, y aceptan tenerlo entre los 35 y los 40 años, en
contra de sus deseos y de la Naturaleza. En otros países se apoya a la
mujer y a la familia, y se consigue en Noruega, por ejemplo, que el 80%
de las mujeres trabaje y que el 82% tenga al menos un hijo menor de 10
años. En Alemania, por cada hijo se ayuda con 150 euros mensuales, hasta
los 18 años (o los 25, si estudia), como recuerda Pepe Martínez:
Estado de Bienestar
Precisamos
unirnos para conseguir cumplir con la aspiración de Aristóteles, de un
Estado que pretenda el establecimiento de leyes justas que permitan el
bien de los habitantes, de sus vidas y de su desarrollo intelectual.
Puesto que somos seres sociales, la unión nos da seguridad. Al
establecer una red de beneficios mutuos, de "hoy por tí, mañana por mí",
construimos capital social, evitamos la exclusión social. El capital
social se basa en el lenguaje, que permite que nos comuniquemos.
El
Estado de Bienestar beneficia tanto a las clases pobres como a las
clases medias. El desmantelamiento del Estado de Bienestar sólo
beneficia a las clases altas, cuyos miembros siempre "conocen a quien
interesa". El Estado de Bienestar asegura que sea el mérito lo que
promocione al individuo, no su pertenencia a grupo alguno, como comentan
en el British Medical Journal:
Cuando
se desmorona el Estado de Bienestar se desintegra un capital social que
en Europa es centenario, y construido con el sudor de generaciones que
entendieron que era justo y necesario
1/ apoyar a las familias y a sus
hijos,
2/ establecer una estructura educativa de calidad para todos,
3/
facilitar el acceso a servicios sanitarios según necesidad (y no según
capacidad-deseo de pago) mediante un sistema sanitario público de
cobertura universal con escasos o nulos pagos en el lugar de la
prestación de servicios,
4/ redistribuir la riqueza y facilitar las
comunicaciones, el transporte, el comercio y la actividad económica, y
la participación democrática de todos en la cosa pública y
5/ crear un
sistema de subsidios de desempleo y de pensiones que asegure el futuro.
El
Estado de Bienestar lo creamos entre todos con la solidaridad social y
el pago de impuestos. No nos regala nadie el Estado de Bienestar, y no
se justifica su destrucción por la necesidad de ayudar a los bancos
privados imprudentes, con sus préstamos locos a los promotores y
constructores de vivienda, y con los políticos del PPSOE declarando en
su día, sin parar, en contra de los evidente, que "no hay burbuja
inmobiliaria alguna", "habrá un "aterrizaje" suave del boom
inmobiliario".
El Estado de Bienestar da seguridad, y con ello incrementa la salud. El capital social, también contribuye a la salud:
Pero
el capital social puede verse desde una estrecha mira capitalista que
apoye el bienestar sólo en cuanto "productivo", sin más, y en ese
sentido es temible, y por ahí va la crítica de Ben Fine:
Cuando
los políticos toman medidas que corroen el sistema sanitario público de
cobertura universal están desmantelando el Estado de Bienestar, están
considerando el capital social sólo en los mínimos. Los médicos tenemos
una grave responsabilidad al admitir esos recortes y esos co-pagos
indiscriminados. Somos animales sociales y políticos, y como tales
habría que actuar para defender leyes justas y al Estado de Bienestar.
¿Tendremos que leer lo de "no volveré a por Ana" para finalmente conmovernos y reaccionar?
Juan Gérvas (jgervasc@meditex.es) es médico general y promotor del Equipo CESCA (www.equipocesca.org)
El Mirador
Acta Sanitaria
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