En 2009, mantener la sanidad
pública costó 73.800 millones de € lo que equivale al 7,0 % de toda la riqueza
producida por nuestro país (PIB[1])
durante ese año. Mantener nuestro Sistema Nacional de Salud, incluyendo el resto
de competencias sanitarias de las Comunidades Autónomas (gasto organizacional,
salud pública, etc.), nos costó 67.049 millones de €[2].
Con ese dinero se han pagado
salarios a los empleados públicos, se han mantenido o mejorado las
infraestructuras en hospitales y centros de salud, se ha invertido en
tecnologías sanitarias (nuevos aparatos de RMN, TAC, PET, etc.), se han
atendido a 28.438.666 de usuarios en atención primaria efectuándoles un total
de 393.187.229 consultas de las que 11.824.281 tuvieron lugar en sus domicilios[3];
también se han realizado 15.593.198
de consultas en Centros de Especialidades, se han atendido 70.041.105 consultas en los hospitales públicos y 21.217.425 urgencias hospitalarias[4],
con una tasa de 100,18 intervenciones quirúrgicas por 1.000
habitantes/año o, por ejemplo, de 23,5 trasplantes de hígado por cada 100.000
habitantes[5]
Toda esta atención se ha
producido a un coste cero para el usuario pero, además, se han efectuado 934.002.083
de recetas que han supuesto un gasto de 12.505.692.909,68 millones de €[6]
de las que los usuarios no han tenido que pagar nada si eran pensionistas o un
máximo del 40% del precio de la receta en el caso de estar en situación de
activo.
Pero lo más importante de
estos datos, es que se ha atendido a los ciudadanos con equidad, independientemente
de su nivel socioeconómico (55,2% pertenecientes a clase social baja y 20,78% a
clase alta[7]),
de su base de cotización a la seguridad social o de sus retenciones fiscales. Se
les han solicitado las exploraciones complementarias, administrado la medicación
más adecuada a su problema de salud y han permanecido ingresados en un hospital
el tiempo necesario sin más limitación que la inherente a su enfermedad,
Tiempo habrá para debatir
sobre los excesos y las bolsas de ineficacia, pero la contundencia de los datos
es rotunda, nuestro sistema sanitario no solo ofrece excelentes coberturas con
un alto nivel de prestaciones[8],
también produce buenos resultados en salud[9]
y lo hace a un precio que nuestro país puede soportar teniendo en cuenta nuestro
gasto público total[10].
Pepe Martínez López
Apuntes para la reflexión sanitaria
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