Con la coartada de la crisis económica algunos partidos políticos y
fuertes intereses económicos están cuestionando la sostenibilidad de la
sanidad pública. En Catalunya, Castilla-La Mancha, Galicia o Baleares
han comenzado recortes y copagos, deteriorando la calidad y quebrando la
equidad del Sistema Nacional de Salud.
Es preciso insistir en que el gasto sanitario público en España es
adecuado a nuestro nivel de renta. Con datos de la OCDE de 2011,
referidos a 2009, España gasta el 6,99% del PIB. En Francia, el 9,2%; en
Alemania, el 8,9%; en Reino Unido, el 8,2%; en Italia, el 7,4%; en
EEUU, el 8,3%. Es decir, nuestro gasto sanitario público no es
exagerado. Además, con ese gasto se ofrece una atención de buena calidad
(hasta ahora), para toda la población, con unos resultados excelentes
(mayor esperanza de vida, menor mortalidad infantil, mejor sistema de
trasplantes del mundo, etc.). El gasto sanitario público en España se ha
mantenido estable en 2010 y 2011.
El desequilibrio del presupuesto público en España se debe sobre todo
a la disminución brusca de los ingresos en los años 2008 y 2009. Para
lograr financiar el gasto público es preciso que los ingresos fiscales
en España sean similares a los de la UE-27, en torno a 8 puntos más de
PIB. Por otro lado, es preciso revisar el sistema de financiación
autonómica buscando una financiación suficiente de la sanidad, con un
gasto por persona equivalente. Y, en todo caso, se debe seguir mejorando
la eficiencia a todos los niveles: potenciando la prevención de las
enfermedades y la promoción de la salud, mejorando la coordinación,
evitando duplicidades, evaluando la eficacia de las prestaciones y las
indicaciones, y gestionando adecuadamente la demanda.
El gasto sanitario total de un país (público y privado) depende de la
renta de cada país. Un país más rico puede gastar más y un país pobre,
menos. EEUU, con un Ingreso Nacional Bruto per cápita de 37.808 euros
gasta 5.850 euros en sanidad; España, con 25.066 gasta 2.427; Argentina,
con 6.804 gasta 576; Mali con 474 gasta 30 (Banco Mundial, 2010). En
cambio, la proporción del gasto sanitario público no depende tanto del
nivel de renta como de la orientación política del Gobierno. La pregunta
que se hacen las sociedades es si la atención sanitaria es una cuestión
privada, que debe resolver cada uno con su sueldo o sus ahorros, o si
es una cuestión que debemos afrontar entre todos, un derecho que debe
ser garantizado con fondos públicos, ya que la atención a muchas
enfermedades es muy costosa y una familia normal no podría hacer frente a
los gastos, se arruinaría o no recibiría atención. En Europa el gasto
sanitario público supone un 75% del gasto sanitario total, mientras que
en EEUU es un 43%. En España hemos conseguido que la atención sanitaria
sea un derecho para todos los ciudadanos. Y hemos de reivindicar que
siga siendo así, porque la salud es una condición para la igualdad real
de las personas.
La sanidad pública sí es sostenible, pero hay quien quiere aprovechar
la crisis para recortar gasto sanitario público y hacer más hueco al
gasto sanitario privado. Es preciso recordar que la crisis financiera y
el paro no son consecuencia del déficit público, sino que el déficit
público y el paro son consecuencia de la crisis financiera. La crisis se
originó por un proceso de desregulación de los mercados financieros,
que permitió la venta de productos tóxicos en gran volumen y a gran
velocidad (globalización) y que se simboliza con la quiebra del Lehman
Brothers, el cuarto banco de inversión de EEUU, en septiembre de 2008. A
partir de ahí se colapsó la economía al cerrarse el crédito a las
empresas y se destruyeron 80 millones de puestos de trabajo en todo el
mundo. Como respuesta a la crisis, entre octubre de 2008 y diciembre de
2010, la banca europea ha recibido 1,6 billones de euros en ayudas
públicas y, al mismo tiempo, se han impulsado estrategias para reducir
el déficit público, con importantes recortes de gasto público.
Las reducciones en el gasto público profundizan la crisis y,
consecuentemente, incrementan el desempleo. El gasto sanitario en
España, y el público en particular, se encuentra en niveles compatibles
con un crecimiento económico sano y equilibrado.
Para salir de la crisis o, al menos, para no agravarla
innecesariamente, hemos de mantener el gasto sanitario público, no
disminuirlo. Es una fuente de empleo, un elemento fundamental de la
cohesión social y un sector de innovación privilegiado. La salida de la
crisis requiere atacar sus causas. Una nueva regulación de los mercados
financieros, con el fortalecimiento de la Unión Europea, para evitar que
los productos financieros tóxicos y las operaciones especulativas a
gran escala sigan destruyendo la economía real. Políticas de estímulo y
de apoyo a las empresas innovadoras, inversión pública y políticas
sociales pero, sobre todo, un nuevo marco monetario y financiero. Lo que
no tiene sentido es seguir empecinados en recetas que ya han demostrado
más que suficientemente en Europa la inutilidad del sufrimiento que
causan. La austeridad por la austeridad agrava la crisis, no la combate.
Fernando Lamata (psiquiatra), José Antonio Poncela (economista) y Ramón Gálvez (neurólogo)
Público
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