Obviando la controversia
sobre nuestro déficit público,
aceptemos que es conveniente reducirlo. ¿Nuestra sanidad pública es parte del
problema o de la solución?
Como he expuesto en una
entrada anterior, no es lo mismo sanidad pública que Sistema Nacional de Salud
pero, para poder establecer comparaciones, obviemos esta importante diferencia
(de 73.800 a
67.049 millones de euros) y, con todo, realicemos la comparación. El gasto de
nuestro SNS está en el punto de mira de la oleada neoliberal que domina el
comportamiento de nuestros gobiernos y se reclaman recortes de prestaciones,
externalizaciones e incluso privatizaciones.
España tiene un SNS con
financiación directa de los presupuestos generales del estado, sus proveedores
son empleados públicos contratados directamente por la administración sanitaria
y, salvo las externalizaciones, las infraestructuras y recursos son bienes
patrimoniales propios del sistema. Tiene una organización descentralizada
(Comunidades Autónomas) estructurada en áreas sanitarias (coordinación centros
de salud y hospitales), ofrece una cobertura universal e integra todas las
actividades asistenciales (promoción, prevención, asistencia y rehabilitación) sin que su prestación esté limitada por el
poder adquisitivo de los ciudadanos ni por sus cotizaciones o cualquier otra
razón distinta a las necesidades de su problema de salud. También incluye el
coste de los medicamentos.
Cabe preguntarse si nuestro
modelo sanitario es menos eficiente que otros y si precisa una modificación que
mejore sus rendimientos (gasto/ resultados en salud). Además, es fundamental
analizar si las posibles “mejoras” deberían orientarse hacia una mayor
privatización de la financiación (menos sanidad pública, menos prestaciones),
una mayor externalización (conciertos) que, al fin y al cabo, son los
mecanismos que “sugieren los mercados” tal como se están llevando a cabo en los
países gobernados directamente por sus empleados[2]
o, por el contrario, el modelo es el adecuado y, de las posibles vías para reducir el déficit,
sean una mayor financiación y una mejor gestión las opciones más recomendables.
Veamos el gasto sanitario de los países
integrantes de la OCDE
y analicemos su modelo de sistema sanitario. Según Eurostat 2011[4],
el último año del que se tienen resultados comparativos es 2009; agrupados de
mayor a menor gasto sanitario total (público y privado), se obtiene el
siguiente gráfico:
España se sitúa justo en la
media de la OCDE
en gasto sanitario total con el 9,5% de su PIB y todos los países de la UE-15[5]
gastan más salvo Italia, Luxemburgo y Finlandia. Asimismo, si analizamos
exclusivamente el gasto sanitario público, Italia gasta más (7,4%) pero Suiza,
Portugal y Grecia presentan un gasto algo inferior.
Para observar mejor la parte
pública que gastan los estados frente a su gasto sanitario total, he elaborado
esta gráfica que presenta el punto de corte en el 71% que es el valor de la
media de todos los países de la
OCDE.
El gasto sanitario público
español supone el 73.68% del gasto total en sanidad y se sitúa en una posición
intermedia entre los países cuya sanidad es más pública (Dinamarca 85.22%) y
los que menos (EEUU: 47,70% y Chile: 47,62%)
Si analizamos los tres
grandes modelos de sistemas sanitarios e incluimos a cada país en su modelo, vemos
que privatizar la sanidad (modelo liberal de mercado) no tiene relación con el
gasto sanitario. EEUU es el que más gasta el sanidad (17,4% de su PIB) mientras
que México es de los que menos (6,4%) pero, en cambio, sí son de los que
ofrecen peores resultados en salud[6] (menor
esperanza de vida, mayor mortalidad general, infantil, etc[7].)
La sanidad pública de los EUU se reduce a los programas Medicare y Medicaid,
algo así como una beneficencia sanitaria para los muy pobres, discapacitados y
mayores de 65 años. El concepto “gratuito” no existe en Estados Unidos, ni
siquiera en los hospitales públicos. Toda la atención sanitaria, incluidas
las urgencias, tiene que pagarse, ya sea personalmente o a través del seguro[8].
En México, el sector público comprende a las instituciones de seguridad social que
prestan servicios a los trabajadores del sector formal de la economía y a las
instituciones que protegen o prestan servicios a la población sin seguridad
social, entre las que destaca el Seguro Popular de Salud[9] para
todas las personas que no tienen un empleo o trabajan por su cuenta y no tienen
acceso a servicios de salud en otras instituciones[10],
cubre 1.400 enfermedades. “La salud es un lujo que no todos los mexicanos se
pueden dar, más aún, que cada vez menos podrán darse...”[11]
Los países que tienen una
sanidad pública mayor e integrados en el modelo Beveridge o de financiación por impuestos generales (Dinamarca, Noruega, Suecia, Reino
Unido, Irlanda, Italia) tienen un mejor comportamiento en cuanto al gasto y en
resultados de salud. Aunque todos tienen financiación única (pública) algunos
como el Reino Unido comparten proveedores públicos y privados. No obstante,
todos los citados tienen un mayor gasto sanitario total y público que España y
unos resultados en salud relativamente mejores excepto el Reino Unido.
Por último, el modelo
Bismarck, típico de Alemania, pero también presente en Francia, Bélgica,
Holanda, Austria o Suiza. El estado garantiza las
prestaciones sanitarias mediante cuotas obligatorias a la seguridad social. En
Alemania Existen unos 300 Fondos de Enfermedad que negocian sus contratos con
los distintos proveedores de servicios sanitarios. Cada persona asegurada puede
elegir libremente uno de los distintos Fondos de Enfermedad y estos fondos
están obligados a aceptar a cualquier ciudadano que los solicite. Los
proveedores pueden ser públicos o privados. Existe libertad de elección de
médico, generalista o especialista. Ofrece buenos resultados en salud (aunque
peores al modelo beveridge) pero a un gasto bastante más elevado si exceptuamos
a Luxemburgo.
ofrece buenos resultados en salud (aunque peores al
modelo beveridge) pero a un gasto bastante más elevado si exceptuamos a
Luxemburgo.
En definitiva, el modelo
sanitario español ofrece unos más que buenos resultados en gasto y en salud de
la población cuando lo comparamos con el resto de modelos sanitarios y de
países.
Pero siempre puede quedar el
argumento de que son los estilos de vida, la riqueza del país y la zona
geográfica la que determina, más que el sistema sanitario, la salud de la
población, pero entonces conviene que se analice la siguiente gráfica:
Como puede observarse, EEUU
es el país que más gasta en sanidad teniendo una expectativa de vida (78 años)
muy inferior a la media de la OCDE. Esto
viene a indicar que la riqueza general de un país (EEUU 47.199, España 30.542$
a precios actuales[14])
no es el principal elemento de salud de sus ciudadanos.
Los países mediterráneos
tienen un comportamiento dispar, Turquía es el que menos gasta pero también el
que presenta peor expectativa de vida. Grecia tiene un gasto parecido al
español con peor expectativa de vida (su sistema sanitario es inclasificable).
Noruega gasta más en sanidad
que España y ofrece peores resultados en salud, lo mismo que pasa con Alemania,
Francia, Bélgica u Holanda.
Conclusiones:
- Mantener la financiación y la provisión públicas con cobertura universal y total accesibilidad a las prestaciones produce buenos resultados en salud y permite controlar el gasto sanitario mejor que cualquier otro modelo de sistema sanitario.
- Privatizar el sistema sanitario no disminuye el gasto y empeora la salud de los ciudadanos.
- Externalizar la provisión de servicios no disminuye gasto ni mejora la salud de los ciudadanos.
- La sanidad pública española forma parte de la solución y no del problema de la actual “crisis económica”
José Martínez López
Apuntes para la reflexión sanitaria
No hay comentarios:
Publicar un comentario