Representa ya cerca del 2,5 % del
Producto Interior Bruto y sigue creciendo. El negocio de la sanidad
privada se está reorganizando para sostener su auge. El sector sufre una
progresiva concentración al calor de los fondos de capital riesgo. Los
recortes que preparan las administraciones públicas auguran nuevos
conciertos y privatizaciones y allanan el camino para la consolidación
de la oferta.
Capio España afianzará su liderazgo nacional si se concreta la
compra de Ribera Salud, que quedará ya fuera de la órbita de poder
valenciano.
El pasado viernes, la presidenta de Castilla-La Mancha, la popular María
Dolores de Cospedal, anunció sin complejos y justificándose en la
crisis económica la privatización de la gestión de cuatro hospitales
públicos manchegos: Almansa, Villarrobledo, Manzanares y Tomelloso. «Los
ciudadanos no van a notar cuando entren en un centro sanitario nada
diferente de lo que notan ahora», manifestó para añadir además que su
Gobierno recurrirá a la fórmula público-privada para construir los
hospitales previsto en Toledo, Cuenca y Guadalajara. De una tacada,
Cospedal va a poner en el mercado siete centros hospitalarios bajo
fórmulas que en el sector denominan Private Finance Iniciative (PFI) y
Public Private Partnerships (PPP). O lo que es lo mismo la cesión de la
construcción de un centro y la prestación de servicios no clínicos a la
iniciativa privada a cambio de un canon o directamente la enajenación
total de todos los servicios, el que parece que va a ser el caso de los
hospitales manchegos ya construidos.
El anuncio de la dirigente del Partido Popular es, sin duda, una buena noticia para los principales agentes del sector, aunque habrá que ver si para los usuarios en cuanto a la prestación de los servicios sanitarios. La tijera derivada de los elevados déficits autonómicos va a abrir el camino los grandes grupos que se han ido configurando en torno a la sanidad privada en los últimos años, y explica, en parte, los muchos movimientos accionariales que se están produciendo. El más reciente es la más que probable compra de Ribera Salud por parte de Capio a Bankia y la CAM. La firma gestiona cinco hospitales comarcales y más de un centenar de centros de salud en la Comunitat Valenciana, además del servicio de resonancias magnéticas. La empresa, que inicio su actividad en 1999 con el Hospital de la Ribera en Alzira, está presente además en la Comunidad de Madrid en el Hospital de Torrejón y en la sociedad BR salud, gestora del servicio del Laboratorio Central de San Sebastián de los Reyes que da cobertura a seis hospitales públicos. Ribera Salud y su experiencia en el sector del concierto público-privado es sin duda un bocado muy apetecible para Capio, el principal grupo hospitalario de España. La compañía que lidera Víctor Madera controla ya 32 centros sanitarios privados entre hospitales y clínicas especializadas. El pasado mes de enero, el fondo de capital riesgo CVC Capital Partners, pactó la entrada en Capio España (filial de la matriz sueca Capio AB) con una inyección de 900 millones de euros.
Ha sido la primera de una serie de operaciones que demuestran el enorme interés de fondos de inversión por apostar por el sector de la sanidad privada o de concertación con el sistema público. Pocos meses después fue CaixaBank la que hizo caja con la venta de la red de clínicas de su participada Adeslas a Goodgrower vinculado la familia Gallardo, propietario de la farmacéutica Almirall. Poco después alcanzaba un pacto con Mutua Madrileña para venderle el negocio asegurador de Adeslas. En el aire ha quedado la participación de esta firma en el Hospital de la Ribera.
La explicación de estos movimientos está en las necesidades de liquidez que muchas entidades financieras tienen para sanear sus balances. Si Bankia y la CAM han optado por deshacerse de Ribera Salud para entregarla probablemente a Capio, Royal Bank of Scotland (Santander) y Barclays quiere desprenderse también de su participación en USP, el segundo operador privado de España, cuya facturación supera los 372 millones de euros y cuyo valor se estima en 300 millones de euros. También está en venta el 30 % del Grupo Quirón de la familia Cordón y muchas otras clínicas y hospitales privados en manos de consorcios más pequeños.
«La explicación de este año es que hay grupos en manos de bancos, que quieren quitarse de encima las clínicas porque consumen mucho capital y son intensivas en manos de obra», explica una fuente del sector. Pero el proceso de reestructuración accionarial va mucho más allá. El sector se encuentra en una encrucijada. Existen muchos pequeños grupos regionales, familiares o de órdenes religiosas que serán absorbidos por grandes capitales. La sequía de crédito y la presión de las aseguradoras, que libran a su vez una batalla por no perder primas abocan a la sanidad privada a reconvertirse. Y ahí es donde los fondos de inversión con capacidad financiera y liquidez están apareciendo.
Uno de los más activos es Mercapital, liderado por Javier Loizaga. Esta firma ha pujado por Ribera Salud frente a Capio y es aspirante a quedarse con Quirón o USP, según informaba recientemente Expansión. Otros fondos activos son Magnum (liderado por Ángel Corcóstegui), ProA Capital o Cartera REA.
Muchos de esos fondos ya han participado en proyectos hospitalarios privados. Entraron y salieron y ahora buscan volver a entrar. Es el caso de Mercapital, que vendió en 2007 el 64 % de USP que había adquirido desde 2006. Hasta antes de la crisis se trataba de un negocio en auge. En 2006, el Valor Añadido Bruto del sector sanitario creció un 4,8 %, por encima del 3,9 % del conjunto de la economía española. La economía de la salud mueve en conjunto cerca del 9 % del Producto Interior Bruto. De este porcentaje, el 6,5 % lo aporta el sector público, y el 2,5 % el privado.
Una análisis de fortalezas y debilidades elaborado en 2008 desde la Fundación Cajamar ya señalaba la oportunidad que se presentaba con la participación de los agentes privados en el sistema público. Sin embargo, advertía de que la guerra de primas de las aseguradoras y los precios ajustados que aplican a las clínicas pueden dañar la calidad del servicio, algo que puede desincentivar a los consumidores. El mismo estudio alertaba sobre los riesgos de realizar «una gestión más económica y menos clínica». Y es que con la salud no se juega, algo que se supone que tendrá claro María Dolores de Cospedal cuando de la vuelta al calcetín del sistema sanitario de Castilla-La Mancha.
El anuncio de la dirigente del Partido Popular es, sin duda, una buena noticia para los principales agentes del sector, aunque habrá que ver si para los usuarios en cuanto a la prestación de los servicios sanitarios. La tijera derivada de los elevados déficits autonómicos va a abrir el camino los grandes grupos que se han ido configurando en torno a la sanidad privada en los últimos años, y explica, en parte, los muchos movimientos accionariales que se están produciendo. El más reciente es la más que probable compra de Ribera Salud por parte de Capio a Bankia y la CAM. La firma gestiona cinco hospitales comarcales y más de un centenar de centros de salud en la Comunitat Valenciana, además del servicio de resonancias magnéticas. La empresa, que inicio su actividad en 1999 con el Hospital de la Ribera en Alzira, está presente además en la Comunidad de Madrid en el Hospital de Torrejón y en la sociedad BR salud, gestora del servicio del Laboratorio Central de San Sebastián de los Reyes que da cobertura a seis hospitales públicos. Ribera Salud y su experiencia en el sector del concierto público-privado es sin duda un bocado muy apetecible para Capio, el principal grupo hospitalario de España. La compañía que lidera Víctor Madera controla ya 32 centros sanitarios privados entre hospitales y clínicas especializadas. El pasado mes de enero, el fondo de capital riesgo CVC Capital Partners, pactó la entrada en Capio España (filial de la matriz sueca Capio AB) con una inyección de 900 millones de euros.
Ha sido la primera de una serie de operaciones que demuestran el enorme interés de fondos de inversión por apostar por el sector de la sanidad privada o de concertación con el sistema público. Pocos meses después fue CaixaBank la que hizo caja con la venta de la red de clínicas de su participada Adeslas a Goodgrower vinculado la familia Gallardo, propietario de la farmacéutica Almirall. Poco después alcanzaba un pacto con Mutua Madrileña para venderle el negocio asegurador de Adeslas. En el aire ha quedado la participación de esta firma en el Hospital de la Ribera.
La explicación de estos movimientos está en las necesidades de liquidez que muchas entidades financieras tienen para sanear sus balances. Si Bankia y la CAM han optado por deshacerse de Ribera Salud para entregarla probablemente a Capio, Royal Bank of Scotland (Santander) y Barclays quiere desprenderse también de su participación en USP, el segundo operador privado de España, cuya facturación supera los 372 millones de euros y cuyo valor se estima en 300 millones de euros. También está en venta el 30 % del Grupo Quirón de la familia Cordón y muchas otras clínicas y hospitales privados en manos de consorcios más pequeños.
«La explicación de este año es que hay grupos en manos de bancos, que quieren quitarse de encima las clínicas porque consumen mucho capital y son intensivas en manos de obra», explica una fuente del sector. Pero el proceso de reestructuración accionarial va mucho más allá. El sector se encuentra en una encrucijada. Existen muchos pequeños grupos regionales, familiares o de órdenes religiosas que serán absorbidos por grandes capitales. La sequía de crédito y la presión de las aseguradoras, que libran a su vez una batalla por no perder primas abocan a la sanidad privada a reconvertirse. Y ahí es donde los fondos de inversión con capacidad financiera y liquidez están apareciendo.
Uno de los más activos es Mercapital, liderado por Javier Loizaga. Esta firma ha pujado por Ribera Salud frente a Capio y es aspirante a quedarse con Quirón o USP, según informaba recientemente Expansión. Otros fondos activos son Magnum (liderado por Ángel Corcóstegui), ProA Capital o Cartera REA.
Muchos de esos fondos ya han participado en proyectos hospitalarios privados. Entraron y salieron y ahora buscan volver a entrar. Es el caso de Mercapital, que vendió en 2007 el 64 % de USP que había adquirido desde 2006. Hasta antes de la crisis se trataba de un negocio en auge. En 2006, el Valor Añadido Bruto del sector sanitario creció un 4,8 %, por encima del 3,9 % del conjunto de la economía española. La economía de la salud mueve en conjunto cerca del 9 % del Producto Interior Bruto. De este porcentaje, el 6,5 % lo aporta el sector público, y el 2,5 % el privado.
Una análisis de fortalezas y debilidades elaborado en 2008 desde la Fundación Cajamar ya señalaba la oportunidad que se presentaba con la participación de los agentes privados en el sistema público. Sin embargo, advertía de que la guerra de primas de las aseguradoras y los precios ajustados que aplican a las clínicas pueden dañar la calidad del servicio, algo que puede desincentivar a los consumidores. El mismo estudio alertaba sobre los riesgos de realizar «una gestión más económica y menos clínica». Y es que con la salud no se juega, algo que se supone que tendrá claro María Dolores de Cospedal cuando de la vuelta al calcetín del sistema sanitario de Castilla-La Mancha.
Victor Romero.
Levante
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