sábado, 29 de octubre de 2011

El innecesario gasto farmacéutico

El Estado español tiene uno de los mayores gastos farmacéuticos de la UE, con una fuerte injerencia de la industria.

Algunos datos resultan reveladores: España es el tercer país de la UE que mayor gasto farmacéutico realiza en porcentaje sobre el gasto sanitario total, tras Grecia y Portugal, con un escaso gasto en genéricos: un 14% frente al 35% de la UE o el 60% de EE UU. El consumo excesivo de medicamentos y los efectos adversos de los fármacos son dos de las principales responsables del elevado e innecesario gasto farmacéutico, además de un problema para la salud de los pacientes.

Demasiados medicamentos

Los mayores de 65 años consumen el 30% de los fármacos (4.000 millones de euros de gasto farmacéutico), la tercera parte de los cuales son innecesarios. La revisión de estos tratamientos podría suponer un ahorro de 1.200millones de euros, sin mencionar los efectos adversos e ingresos hospitalarios que se evitarían. Así, un 12% de los ingresos hospitalarios en España se debe a reacciones adversas a un medicamento. Se podría prevenir la mitad de estos ingresos, lo que supondría unas 2,5 millones de estancias hospitalarias menos con un coste medio de 336 euros, según un informe comparativo de precios y tarifas médicas y hospitalarias por país de la International Federation of Health Plans. El ahorro potencial sería de 840 millones de euros anuales.

Respecto a las comunidades autónomas, existe una gran variabilidad en el consumo de medicamentos genéricos. Si se igualara el gasto farmacéutico de todas las comunidades autónomas con aquellas de menor gasto, se ahorrarían 2.500millones de euros al año. Estrategias comerciales No obstante, hay que contar con las estrategias de la industria farmacéutica para mejorar su nivel de negocio en el Estado y la repercusión que esto tiene en el gasto farmacéutico.

La primera estrategia

Es influenciar a las sociedades médicas, los responsables de los servicios asistenciales y evaluadores del Sistema Nacional de Salud (SNS) y a los partidos políticos. Sólo hay que consultar la Memoria anual de la industria farmacéutica 2010 para comprobar cómo realizan esta labor de lobby las compañías farmacéuticas y cómo el sistema de puertas giratorias entre la empresa privada y las instituciones públicas y partidos políticos en este sector es especialmente fuerte. Valgan demuestra algunos ejemplos.

El presidente de la fundación de la compañía farmacéutica Lilly en España es patrono de la fundación de los Centros Nacionales de Investigaciones Oncológicas y Cardiovasculares Carlos III y presidente de la Comisión de Estudios para la Sanidad del PP. En el Consejo asesor del Instituto Roche están los jefes de servicio y directivos de hospitales públicos y el director general de Investigación Biomédica de la Comisión Europea en Bruselas. En el Patronato de la Fundación Pfizer en España, encontramos al director general de un hospital público de Barcelona, el catedrático de Psiquiatría de una universidad madrileña, un exministro de sanidad del PSOE, el presidente de la Comisión Nacional de Especialidades Médicas y un concejal del Menor de un ayuntamiento madrileño, a su vez diputado en la Asamblea de Madrid por el PP. Por último, en el Consejo Asesor de Farmaindustria están políticos influyentes como Felipe González o Federico Mayor Zaragoza.

Control de la investigación

La segunda estrategia de la industria farmacéutica para aumentar sus ventas es mantener el control de la investigación y la formación continua de los médicos. Gran parte de los ensayos clínicos de las compañías se realizan en los centros públicos, con la participación de sus pacientes y sus profesionales, mientras que la formación continua de los médicos está promocionada por los laboratorios (cursos, congresos, etc.).

La tercera y bien conocida estrategia de la industria es promocionar enfermedades para vender medicamentos, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Otros casos serían la campaña para la detección temprana del alzheimer sin que exista la posibilidad de tratamiento curativo, la gripe A que disparó el gasto en Tamiflu o las vacunas innecesarias.

La mejora de la racionalidad y la transparencia en la atención sanitaria, acompañada de una política de control de la industria farmacéutica desde el Sistema Nacional de Salud, así como la potenciación de la investigación y dispensación públicas supondrían un gran ahorro económico y un importante impulso para el desarrollo de una nueva estrategia de I+Den el SNS.

La crisis económica está siendo utilizada para introducir serios recortes en los servicios sanitarios, que incrementan las listas de espera y deterioran la asistencia a los enfermos. La reducción del gasto farmacéutico innecesario supondría un gran ahorro que no reduciría la asistencia y evitaría riesgos innecesarios a los pacientes.

M.L. Lores y M. Martín García
FADSP (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública)
Diagonal

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